El 20 de Julio de 2011, vecinos de la localidad de Libertador San Martín, Provincia de Jujuy, se movilizaron con los fines de ocupar el predio llamado “El Triángulo” luego de más de tres años de continuos reclamos por la expropiación de 40 hectáreas pertenecientes al Ingenio Ledesma. Son 1200 familias las que actualmente se hallan asentadas en dicho territorio. Junto a otras 6.000 familias que se encuentran en otros terrenos, se calcula en alrededor de 20.000 el número de personas que están ocupando distintas fracciones de tierra (cerca de 1/3 de la población de Libertador).
El día 28 de Julio, el Juez Samman dio la orden de desalojo de “El Triángulo”. A las 6.20 hs y sin previo aviso, agentes de la policía de Jujuy (provenientes de Libertador y zonas linderas, como San Pedro y San Salvador) ejecutan dicha resolución desatando una feroz represión contra quienes se encontraban tomando el predio. Frente a la resistencia de los ocupantes, la violencia represiva se extendió hasta las 15 hs de ese mismo día, dejando un saldo de 4 muertos por balas de plomo –Juan José Velázquez (37); Ariel Farfán (17); Félix Reyes (22) y Alejandro Farfán (23), efectivo de la policía- y decenas de heridos.
El día 2 de Septiembre, un grupo de profesionales del EATIP – el Dr. Daniel Kersner y las Licenciadas Monteserrat Olivera y Ely Stacco- hicimos nuestra primer visita al predio “El Triángulo” con el objetivo de hablar con algunos de los afectados por la represión y ofrecer nuestra solidaridad y contención. Allí pudimos entrevistarnos con varios de los heridos. Las personas que nos recibieron nos contaron que han pasado momentos muy duros, no sólo en lo que se refiere al mismo día de la represión sino a las persecuciones y amenazas a las que se vieron sometidos en el período posterior a la misma.
La mayoría de las personas que están ocupando el predio, durante el día cuidan su pedacito de tierra de 6x20m para luego volver a sus casas (viviendas de alquiler y/o compartidas con otros familiares, principalmente sus padres). Pero hay quienes, imposibilitados de continuar abonando un alquiler, ya se han instalado de forma permanente en el terreno -con viviendas precarias de chapa o incluso carpas-, a pesar de no disponer de servicios elementales como luz y agua.
El día 3 de Septiembre volvimos para poder trabajar en grupo. Alrededor de 20 personas (principalmente mujeres) concurrieron con la necesidad de hablar y ser escuchadas sobre lo que vivieron. Algunos de los emergentes que surgieron fueron los siguientes:
- La lucha es por algo digno: un lugar donde vivir. De ahí es que surge la necesidad de quedarse y pelear por lo que uno anhela.
- La represión fue de una brutalidad incomprensible: comenzó siendo aún de noche, dentro del predio, con gases lacrimógenos, balas de goma y de plomo. La persecución por parte de la policía continuó fuera del lugar, en los barrios linderos. Se la denominó como “otro apagón” (en referencia a la noche del apagón durante 1976, cuando fuerzas conjuntas del Ejército, Gendarmería y la policía, con la colaboración y complicidad de la empresa Ledesma, cortaron el alumbrado público e ingresaron a distintas viviendas, secuestrando a más de 300 personas, de las cuales unas 30 continúan desaparecidas). La empresa Ledesma también contribuyó con el accionar represivo proveyendo vehículos y agentes de seguridad privada. La resistencia al desalojo fue tal que, en determinado momento, la policía ya no poseía gases lacrimógenos ni balas de goma, con lo cual, reprimía con los mismos instrumentos con que se defendían las personas que ocupaban el predio: piedras. Muchos resaltaron esta resistencia como algo enorgullecedor y heroico.
- En contraposición a la actitud vergonzosa de la policía, se resalta la actitud solidaria de los vecinos de barrios linderos, quienes ofrecían mangueras con agua y limones para paliar el efecto de los gases.
- La situación represiva continúa aún hoy bajo la modalidad de amenazas, un intento de secuestro, golpes y persecuciones a manos de personal policial. Le empresa Ledesma amenaza a los trabajadores que son parte de la toma o tienen algún familiar en dicha situación con la posibilidad de perder el puesto de trabajo –aquí se hace necesario recalcar que la mayoría de los pobladores de Libertador se sostiene económicamente a través del trabajo en el Ingenio. Otra parte importante encuentra su sustento empleándose como trabajadores del Estado-.
- Los heridos se rehusaban a ir al Hospital dado que las personas que asistieron fueron detenidas y trasladas a distintas comisarías. En los Servicios Hospitalarios se exigió a los médicos a que se negaran a extraer las las balas de plomo aduciendo que necesitaban una orden judicial. La mayoría de ellos continúa con los proyectiles en sus cuerpos. Sólo a una persona le fue extraída la bala (alojada en el rostro y con una importante infección) a condición de que abonara la intervención quirúrgica de forma particular.
- Surge la preocupación y la impotencia porque los medios de comunicación difunden que entre quienes ocupaban el predio había personas con armas de fuego y, por lo tanto, los culpabilizan de las muertes y los heridos, desresponzabilizando a la policía.
- Al mismo tiempo que se rescata la solidaridad de otros movimientos sociales y vecinos de Libertador, surge la angustia por quienes se oponen y creen lo que difunden los medios (principalmente personas mayores que han trabajado en Ledesma y que poseen vivienda y otras pertenecientes a sectores sociales privilegiados). Se marca la división del pueblo entre estas dos posiciones.
- Se Observa alta prevalencia de signo-sintomatología de estrés post traumático consecuente a la represión sufrida, tales como angustia, pesadillas, insomnio, miedo o sobresalto ante ruidos fuertes, entre otras manifestaciones.
Casi todas las personas expresan que están “mal”, que hay un antes y un después a partir del día de la represión, una marca. Pero también dicen que queda un camino por delante, que no están dispuestos a resignar su lucha por la tierra, que han ganado una batalla y que van por más en tanto ahora también surge el reclamo de justicia por las personas asesinadas.
Al despedirnos, resultó muy emocionante el agradecimiento que nos brindaron los vecinos de Libertador que nos recibieron en el lugar de la toma, recalcando cuán importante es para ellos el simple hecho de que hayamos ido a escucharlos y a brindarles nuestra solidaridad y apoyo en un reclamo tan justo como necesario: un lugar en el mundo donde poder vivir.